Dicen que la mirada es el espejo, la ventana o el reflejo del alma y yo lo creo así. Es más, yo uso la mirada para demostrar mi contento o descontento, mi estado de ánimo y muchas otras cosas, por lo menos es lo que me dicen: ‘se te nota en la mirada…’, y seguro que en la mayoría de las ocasiones lo hago involuntariamente. Pero poniéndome de ejemplo, demuestro que la mirada tiene fuerza para transmitir cosas buenas o malas, sensaciones o emociones, y de esto último quiero hablar, de las emociones. Como si los ojos quisieran hablar en silencio, una mirada tierna puede llegar a curar y aliviar cualquier herida, transmitir paz o un profundo amor. La mirada domina el lenguaje corporal y es parte principal de la comunicación no verbal.
A lo largo del periplo de la vida, se puede pasar por momentos mejores, peores, muy dulces o muy agrios, sin embargo, creo que la mirada y los ojos demuestran que la persona a la que miramos fijamente sigue siendo la misma sino mucho mejor que aquella mirada que un día conociste. El color de sus ojos, la profundidad de sus rasgos bien definidos y la expresión que forman en conjunto, todo en uno forma una mirada única en cada persona.
Si a una mirada dulce y tierna le añades una sonrisa bellísima, bien vale la pena seguir mirándola toda tu vida. Si resulta que esa mirada convive contigo, te sientes atraído a decirle algo así: ‘Tu mirada me atrapó, logró un día hipnotizarme deteniendo mi reloj interno y consiguiendo que cada momento y mirada se convierta en una nueva y única ilusión por la que vivir siempre a tu lado‘.
Que te miren con los ojos del corazón, un corazón grande y puro… No tiene precio.
Foto | Cristina^