La tendencia que tenemos los mortales a que las cosas caigan siempre de nuestro lado es impresionante. Como si de una propia ley de Murphy se tratara, siempre queremos tener la razón en todo.
Tendemos siempre a querer que nuestros razonamientos prevalezcan. Sin embargo «tener la razón» y «buscar la razón» son dos conceptos bien diferentes.Si, por ejemplo, estamos hablando con otra persona sobre un tema y discrepamos, (lo cual es lógico y bonito) podemos llegar a tener una conversación muy enriquecedora y pasar un rato de tertulia súper agradable alrededor de un café o comida. El problema es cuando la actitud de alguno es «querer tener siempre la razón», aquí ya no se busca la conversación agradable y rica, no se busca la razón, no se está dispuesto a ceder, pues ya nos estamos cerrando en banda a lo que se nos dice y no estamos abiertos a conocer otra verdad o visión diferente.
Si en realidad deseamos enriquecernos mutuamente y «buscar la razón» tenemos que autoconvencernos de que las realidades de esta vida pueden, y me atrevo a decir, deben interpretarse de diferentes puntos de vista y tener la actitud de estar abierto a aceptar la diversidad de opinión, ser tolerante y oye, a lo mejor se nos abren los ojos y aprendemos cosas nuevas o mejoramos.
En ocasiones he querido tener la razón, pero no la he buscado y con ello he podido crear algún malestar propio o sobretodo ajeno… pido perdón. Con los años y las reflexiones, llegas a darte cuenta que llevarse el pato al agua, querer tener siempre la razón no es lo más importante, sino ayudar a otros a concluir lo mismo o adoptar tú mismo la lógica que nos plantean y contribuir así a crear un buen clima.
Querer tener siempre y a toda costa la razón es ofuscarse a otras posibles realidades, corriendo el peligro de volvernos intolerantes. Sin embargo, buscar la razón es querer aprender, mejorar y no estancarse como persona… ¡progresar!
Es primordial para el propio desarrollo personal confiar en los demás a pesar de sus defectos y ser comprensibles y razonables, entre otras cosas, porque nosotros tenemos también mucho que pulir y mejorar. Para ello, debemos estar siempre dispuestos ha hacer una excepción a las normas. Pues ni es todo Blanco ni es todo Negro. En la vida hay más colores y tonos 🙂
Tres cosas por las que intento regirme al tratar con otros (y debo continuar trabajando):
- Tratar con paciencia y bondad a otros mientras les escuchamos.
- Pasar por alto las debilidades de los demás y fijarse en las cosas positivas.
- Esperar de los demás lo que nos pueden dar, no aquello que nosotros esperaríamos de ellos.
Es muchísimo mejor encomiar a los demás por la nueva visión que nos han dado o por lo que hacen o pueden hacer, que criticarlos por su modo de pensar o por lo que dejan de hacer o decir.
Aprender a ceder e intentar asimilar diferentes razonamientos, será igual a evitar peleas o discusiones inútiles que no llevan a ningún lugar agradable.
Foto | Angie017